August 23, 2020 – Twenty-first Sunday in Ordinary Time

Today, in the Gospel, Jesus asked his apostles who they say he is.  Peter declared, “you are the Christ, the Son of the Living God”, meaning that he is the anointed Messiah that has come to save the world.  Paul tells us in the second reading, it is “from him”, this Christ Messiah, “and through him and for him are all things”.

In Paul’s statement, Christ is the center of everything that exists, our world, all creation and the entire universe.  Christ also is supposed to be the center of our lives.  It was in his image and likeness that each of us is created.  He is the Word of God through whom everything came to be.

If Christ is to be the center of our lives, we are then to live our lives from him, through him and for him.  Living from Christ means having Christ as the source and origin of all our actions in life.  None of what we do should ever originate from selfishness but always should be God’s centered.

Doing everything through Christ means that Christ is to be the means through which we do all we do.  We are always to rely on the power of God, especially prayer.  Of course, it does not mean that we should not use natural means to solve our problems.  For example, when someone is sick, he should go to the doctor but one should acknowledge also that, ultimately, it is God who is working through the doctor.

Doing everything for God means that the end of our every action should invariably lead to God.  The motive of our every action should be love.  Sometimes the consequences of our actions may not always be pleasing to everybody, but we should not worry as long as we are trying to do the right thing for God.

In the Gospel, Peter declared Jesus as the Christ, the Son of the living God.  Peter was able to do that because he has experienced who Christ is.  Peter’s whole life has been Christ-centered.  God used his experience of Christ to reveal Christ’s identity to him.  In the same way, like Peter, we can only know Christ, if everything we do in life is from him, through him, and all for him.

23 Agosto 2020 – Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario

Hoy, en el evangelio, Jesús preguntó a sus apóstoles quién dice que es él?”.  Pedro declaró, “tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Significa que él es el Cristo ungido que ha venido a salvar al mundo.  Pablo, en la Segunda Lectura, nos dice “todo viene de él, ha sido hecho por él y es para él.”

 

En la afirmación de Pablo, Cristo es el centro de todo lo que existe, nuestro mundo, toda la creación y el universo entero.  También se supone que Cristo es el centro de nuestras vidas.  Fue a su imagen y semejanza que cada uno de nosotros fuimos creados.  Él es la Palabra de Dios a través de quien todo llegó a existir.

Si Cristo es el centro de nuestras vidas, debemos vivir con él, por él, en él, para él.  Vivir de Cristo significa tener a Cristo como fuente y origen de todas nuestras acciones en la vida.  Nada de lo que hacemos debe tener su origen en el egoísmo, sino que siempre debe estar centrado en Dios.

Obrar con él significa que imitamos Cristo; es nuestro modelo, es preguntarnos “como lo haría Cristo”?  Hacer todo a través de Cristo significa que Cristo debe ser el medio por el cual hacemos todo.  Siempre debemos confiar en el poder de Dios, especialmente en la oración.  Por supuesto, no significa que no debamos utilizar medios naturales para resolver nuestros problemas.  Por ejemplo, cuando alguien está enfermo, debe ir al médico, pero también hay que reconocer que, en última instancia, es Dios quien obra a través del médico.

Hacer todo por Dios significa que el fin de cada una de nuestras acciones debe conducir invariablemente a Dios.  Obrar por Jesucristo significa que obedecemos sus mandatos; significa renunciar a mí y me abandono en él.

Vivir en Jesucristo es como estar en la Mansión del Reino Celestial; ‘ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí” Y vivir para Jesucristo es hacer todo por amor debería ser la motivación de cada una de nuestras acciones; “Por Cristo hago esto, por Cristo hago aquello”.  A veces, las consecuencias de nuestras acciones no siempre agradan a todos, pero no debemos preocuparnos mientras estemos tratando de hacer lo correcto para Dios.

En el evangelio, Pedro declaró a Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios vivo.  Pedro pudo hacer eso porque experimentó quién es Cristo.  Toda la vida de Pedro ha estado centrada en Cristo.  Dios usó su experiencia de Cristo para revelarle la identidad de Cristo.  De la misma manera, como Pedro, solo podemos saber quién es Cristo si todo lo que hacemos en la vida es de él, a través de él y todo por él.

August 16, 2020 – Twentieth Sunday in Ordinary Time

In the Gospel reading, we saw the encounter between Jesus and the Canaanite woman.  The woman was a pagan whose daughter was tormented by the devil.  Jesus literally derided her, telling her that it will be wrong to give the children’s food to dogs.  The Canaanite woman stood her ground and remained focused on her goal, which was to get our Lord to cure her daughter.  In her action, we saw the true meaning of the faith which Jesus praised.

Dearest sisters and brothers, reflecting on this encounter between the woman and Jesus, one thing that stood out is the woman’s tenacity.  The way she was ready to suffer whatever insult that is thrown at her so long as she gets what she needs from Jesus.  This is what faith is all about.  It is being able to endure whatever trials and difficulties that come our way.  It is holding on at the end of the rope and not giving up, as many people do today, after their first trial, knowing that the Lord will rescue us from whatever difficulty we are in.

Again, one can learn from the woman’s response to Jesus, an ability to acknowledge one’s position before God.  When Jesus tells her literally about being a dog, she did not get mad and bolt out in anger at such a terrible remark.  She rather was able to accept even being called that.  Faith therefore is also acknowledging our lowly positions before God knowing that before him we are nothing.  Our acknowledgment of our nothingness before God is very important today where many people do not want to be creatures, but rather the creator. It is only when we accept in humility our nothingness before God that he fills us with his life.  And it is only when we are filled with God’s grace and life that we will be able to “observe what is right” and “do what is just” as Prophet Isaiah admonishes in the first reading.

If we have faith, we will also be able to cross whatever boundary and obstacle that is preventing us from reaching out to others, whether obstacles of race, ethnic divisions, culture, language, sex, social status, and so on.  The Canaanite woman was a pagan whose need and faith made her not see Jesus as a stranger, who he was at that time.  Through faith, we shall be able also to accept everyone without discrimination.

16 Agosto 2020 – Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

En la lectura del evangelio, vemos el encuentro entre Jesús y la mujer cananea.  La mujer era una pagana cuya hija fue atormentada por un demonio.  Jesús le respondió, diciéndole que estaría mal dar el pan de los hijos a los perros.  La mujer cananea se mantuvo firme y se mantuvo enfocada en su objetivo, que era lograr que nuestro Señor curara a su hija.  En su acción, vemos el verdadero significado de la fe que Jesús aplaudió.

Queridas hermanas y hermanos, reflexionando sobre este encuentro entre la mujer y Jesús, algo que se destacó fue la tenacidad de la mujer, la forma en que estaba dispuesta a sufrir cualquier insulto que se le diera siempre y cuando recibiera lo que necesitaba de Jesús.  De esto se trata la fe.  Es ser capaz de soportar cualquier prueba o dificultad que se nos presente.  Es agarrarse al final de la cuerda y no darse por vencido, como lo hacen muchas personas hoy, después de su primera prueba, sabiendo que el Señor nos rescatará de cualquier dificultad en la que estemos.

Una vez más, uno puede aprender de la respuesta de la mujer a Jesús como una habilidad para reconocer su posición ante Dios.  Cuando Jesús le dijo literalmente que era un perro, ella no se enojó ni se enfureció ante un comentario tan terrible.  Más bien ella fue capaz de aceptar incluso que la llamaran así.  Por lo tanto, la fe también es reconocer nuestras posiciones humildes ante Dios sabiendo que ante Él no somos nada.  Nuestro reconocimiento de nuestra nada ante Dios es muy importante hoy en día donde muchas personas no quieren ser creaturas sino creadores.  Sólo cuando aceptamos con humildad nuestra nada ante Dios, él nos llena de su vida.  Y es sólo cuando estemos llenos de la gracia y la vida de Dios que seremos capaces de “observar lo que es correcto” y “practicar la justicia”, como advierte el profeta Isaías en la Primera Lectura.

Si tenemos fe, también seremos capaces de cruzar cualquier límite y obstáculo que nos impida llegar a otros, ya sean obstáculos de raza, divisiones étnicas, cultura, idioma, sexo o estatus social.  La mujer cananea era una pagana cuya necesidad y fe la ayudaron a no ver a Jesús como un extraño. Con fe, también seremos capaces también de relacionarnos con todos sin discriminación.

August 9, 2020 – Nineteenth Sunday in Ordinary Time

Today, faith and its challenges were presented to us through the readings.  In the Gospel, Peter, when invited at his request by Jesus to come to him, had the initial faith to get out of the boat walking on the sea.  When he saw himself walking on the sea, so much doubt overcame him that he began to sink.  He cried out to the Lord to save him.  Jesus while saving him lamented about his lack of faith.

Dearest sisters and brothers, Peter’s episode represents our individual experiences of life.  As baptized Catholics, each of us have been struggling with our faith journey.  Many a time, we have not always been faithful to the Lord probably because of the difficult life’s challenges we do face.  In today’s readings, especially, the Gospel, we are called once again to examine why we have not always been faithful to the Lord and the circumstances that lead to those infidelities.

In addressing our various infidelities to the Lord, the first area we may need to focus our attention is on the identity of the Lord and where he can be found.  In the first reading, the Lord, in appearing to Elijah, was neither in the strong wind that was crushing the rocks, nor in the earthquake, nor in the fire; but rather, he was in the tiny whispering sound.  Many a time, we seek the Lord in the wrong places of life.  We think he can be found in the great events of life, like our great achievements and successes, great learnings, political programs, our wealth, and so on, while neglecting the little things that really bring us closer to him.

Things like being there for our poor neighbor who is need, doing our little prayer devotions like the Rosary, divine mercy, and others, such as sitting in a quiet time before him in the Eucharist, sending a little get-well card to a neighbor who is sick, making a phone call to a friend we have not seen for a while, given encouragement to someone who is depressed, being available at the game of our kids and grandkids, smiling to a stranger who seem uninterested and so on and so forth.

While doing all these little things, the Lord should always be the center.  In the Gospel, we saw that while Peter’s focus was on the Lord, he walked on the sea and as soon as his focus turned away from the Lord to himself and his surroundings, he began to sink.  In the same way, the Lord is inviting us today to always keep our focus on him so that we will keep overcoming all the challenges of life as they come!

9 Agosto 2020 – Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario

Hoy, la fe y sus desafíos se nos presentan a través de las lecturas.  En el Evangelio, cuando Pedro, fue invitado por Jesús para llegar a él, tuvo inicialmente la fe para salir de la barca y caminar sobre el mar.  Cuando se vio caminando sobre el mar, la duda lo venció y comenzó a hundirse.  Clamó al Señor que lo salvara.  Jesús, mientras lo salvaba, se lamentó por su falta de fe.

Queridos hermanos y hermanas, el episodio de Pedro representa nuestras experiencias individuales de vida.  Como católicos bautizados, cada uno de nosotros ha estado luchando con nuestro camino de fe.  Muchas veces, no siempre hemos sido fieles al Señor, probablemente debido a los desafíos de la vida que enfrentamos.  En las lecturas de hoy, especialmente en el evangelio, se nos llama una vez más, a examinar e identificar las situaciones en las que no hemos sido fieles al Señor para que sean transformadas- cambiadas y nuestra vida de fe sea mas profunda.

Al dirigir nuestras diversas infidelidades al Señor, la primera área en la que debemos centrar nuestra atención es la identidad del Señor y dónde se puede encontrar.  En la primera lectura, el Señor, al aparecerse a Elías, no estaba ni en el fuerte viento que aplastaba las rocas, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino que estaba en la brisa suave.  Muchas veces buscamos al Señor en los lugares equivocados. Creemos que se puede encontrar en los grandes eventos de la vida, como nuestros grandes logros y éxitos, grandes aprendizajes, programas políticos, o nuestra riqueza;  en lo externo; búscalo en tu interior para que puedas hacer las pequeñas cosas que realmente nos acercan a él.

Lo podemos encontrar en las pequeñas acciones como estar ahí para nuestro prójimo que está necesitado, enviarle una tarjetita a un vecino que está enfermo, hacer una llamada a un amigo que no hemos visto en un tiempo, animar a alguien que está deprimido, estar disponible  en los juegos de nuestros hijos, sonreírle a un extraño que parece desinteresado, también haciendo nuestras pequeñas devociones de oración como el Santo Rosario, la Divina Misericordia pensando y sintiendo lo que decimos; Sentarse en un momento de tranquilidad ante Jesús-Eucaristía para contemplarlo, adorarlo, y pedirle la fuerza para amarlo mas y amar al prójimo como El nos pide y así formar nuestra conciencia en lo bueno, lo mejor, lo santo.

Al hacer todas estas pequeñas cosas, el Señor siempre debe ser el centro.  En el evangelio, vimos que mientras que el enfoque de Pedro estaba en el Señor, él caminó tranquilo sobre las aguas pero tan pronto se enfocó en sí mismo y su alrededor, comenzó a hundirse. Pedro, como muchas veces tu y yo, Perdió su vista- su interés en el Señor.  De la misma manera, el Señor nos invita hoy a mantener siempre nuestro enfoque en Él para que podamos seguir enfrentando y superando todos los desafíos de la vida con actitud de gran confianza y espera en Aquel que todo lo puede, Dios Todopoderoso.! Amen!!

August 2, 2020 – Eighteenth Sunday in Ordinary Time

In the first reading from the Prophet Isaiah, we heard words of encouragement and upliftment.  “All you who are thirsty, come to the water!  You who have no money, come, receive grain and eat”.  In the second reading, St. Paul tells us that nothing will separate us from the love of God in Christ Jesus.

Dearest sisters and brothers, I personally feel that these uplifting words from the prophet and St. Paul is being addressed to each of us now.  Today, we are living in an uncertain time; a time one is not sure what is going to happen next.  A time one cannot plan for any future.  A time when each person is afraid of his or her neighbor wondering whether he or she is positive with the virus.

Living in this moment, we hear the voice of St. Paul telling us that neither life nor death will separate us from the love Christ meaning; that whatever happens from the time of our birth until we die, cannot separate us from the love Christ.

In the Gospel, Christ manifested his love by feeding the 5,000 people with five loaves and two fish.  Like these 5,000 people we are all hungry.  We have so many needs; especially the fear and anxiety that are pervading our lives today.  For example, we want Covid-19 to pass by us.

Jesus, like he did in the Gospel, wants to solve our problems.  It is important to remind ourselves that each of us has a role to play in bringing a solution to our problems and that of the entire world.  Jesus in feeding the 5,000 people did not call down food from heaven. Rather, he fed the people with bread and fish provided by his apostle.

In the same way, Jesus wants us to bring his attention to the needs of our brothers and sisters like the apostles did today.  We can do that by praying for our sisters and brothers.  We are also to provide to God our various gifts, talents, and wealth, through which God will feed our brothers and sisters in need.  God does not expect more than we have but he wants our little so that he can multiply it.

We are, for example, on a practical note to help contain the spread of Coronavirus by doing our little part:  wearing masks, keeping our distance, avoiding crowding, washing our hands and so forth. These are the little things we can do so that God can do the rest.

2 Agosto 2020 – Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario

En la Primera Lectura del profeta Isaías, escuchamos palabras de aliento e inspiración (consuelo) “¡Vengan a tomar agua todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también!  Coman gratuitamente su ración de trigo”.  En la Segunda Lectura, San Pablo nos dice que nada nos separará del amor de Dios en Cristo Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, personalmente siento que estas palabras inspiradoras del profeta San Pablo se dirigen a cada uno de nosotros ahora.  Hoy vivimos en un tiempo incierto;  un tiempo en el que uno no está seguro de lo que sucederá después.  Un tiempo en el que uno no puede planificar ningún futuro.  Un momento en que cada persona tiene miedo de su vecino, preguntándose si es positivo con el virus.

Viviendo en este momento, escuchamos la voz de San Pablo que nos dice que ni la vida ni la muerte nos separarán del amor de Cristo. Significa que, pase lo que pase desde el momento de nuestro nacimiento hasta que muramos, no pueden separarnos del amor de Cristo.

En el Evangelio, Cristo manifestó su amor alimentando a las 5000 (cinco mil) personas con cinco panes y dos peces.  Al igual que estas 5000 (cinco mil) personas, todos tenemos hambre.  Tenemos tantas necesidades; especialmente durante este tiempo que el miedo y la ansiedad están impregnando nuestras vidas.  Por ejemplo, queremos que Covid-19 (diez y nueve) pase de nosotros.

Jesús, como lo hizo en el evangelio, quiere resolver nuestros problemas.  Es importante recordarnos que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la solución de nuestro problema y el del mundo entero.  Jesús, al alimentar a las 5000 (cinco mil) personas, no llamó la comida del cielo.  Más bien alimentó a la gente con pan y pescado provistos por su apóstol.

De la misma manera, Jesús quiere que prestemos atención a las necesidades de nuestros hermanos como lo hicieron los apóstoles hoy.  Podemos hacerlo rezando por nuestros hermanos.  También debemos proveer a Dios; nuestros diversos dones, talentos, riquezas a través de los cuales Dios alimentará a nuestros hermanos necesitados.  Dios no espera más de lo que tenemos pero quiere lo poco que tenemos para poder multiplicarlo.

Estamos, por ejemplo, en una nota práctica, para ayudar a contener la propagación del coronavirus haciendo nuestra pequeña parte; usando máscaras, manteniendo nuestra distancia, evitando aglomeraciones y lavando nuestras manos.  Estas son las pequeñas cosas que podemos hacer para que Dios pueda hacer el resto.

July 12, 2020 – Fifteenth Sunday in Ordinary Time

In today’s first reading, Isaiah says that God’s word cannot return to him without achieving the end for which it is sent.  Every time we hear the word of God, we have two options before us:  acceptance or rejection.  That is what we saw in the Gospel where some seed fell on the path and were eaten up by the birds, others on rocky ground and were scorched by the sun, others on thorns and were choked, and finally, some on rich soil.

Dearest sisters and brothers, the question before us today is:  to which of these groups do I belong?  When we accept God’s word and act on it, we are blessed and when we reject it, we are condemned.  Today, we are all called to pay attention to our relationship to God’s word that we receive every minute of life, including the one the Lord is communicating to us even now at this Mass.

At every action we take in life, we are making a choice for God’s word.  We are either accepting or rejecting it.  There is never a neutral action in life.  Each of our action is an expression of a choice for or against God.  Every positive response to God’s word always bears fruit as Jesus said about the seed that fell on rich soil producing fruit, hundred-, sixty-, and thirty-fold.

That the reception of God’s word is expected to bear fruit in our lives means that it is never something private.  We are not to keep it in our private spaces but rather to allow it shine out on others as we put it into action, giving direction and guidance to others.  Allowing God’s word to bear fruit in our lives is sometimes painful.  A lot of times, the demand that God’s word makes on us entails suffering on our part.  It is like the natural seed that is torn asunder by the new growth when the seed is germinating.

But remember, as we suffer on account of God’s word, St. Paul reminds us that our sufferings can never be in vain since they cannot be compared with the glory that is to be revealed to us.  God’s word is God Himself as John tells us.  It is only in Him that we can have peace both now and hereafter!

12 Julio 2020 – Decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario

En la Primera Lectura de hoy, Isaías dice que la Palabra de Dios no puede volver a él sin lograr el fin para el cual fue enviada. Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios, tenemos dos opciones ante nosotros: aceptarla o rechazarla. Eso es lo que escuchamos en el Evangelio, donde algunas semillas cayeron en el camino y fueron devoradas por los pájaros, otras en tierra pedregosa y quemadas por el sol, otras en espinas y asfixiadas y, finalmente, algunas en tierra buena.

Queridos hermanos y hermanas, la pregunta que tenemos ante nosotros hoy es, ¿a cuál de estos grupos pertenecemos?  Cuando aceptamos la Palabra de Dios y actuamos en consecuencia, somos bendecidos y cuando la rechazamos, estamos condenados.  Hoy, todos estamos llamados a prestar atención a nuestra relación con la Palabra de Dios, que recibimos cada minuto de vida, incluido el que el Señor nos está comunicando en esta misa.

Cada acción que hacemos en la vida, estamos tomando la decisión de aceptar o rechazar la Palabra de Dios.  Nunca hay una acción neutral en la vida.  Cada una de nuestras acciones es una expresión de una elección a favor o en contra de Dios. Cada respuesta positiva a la Palabra de Dios siempre da fruto, como Jesús dijo acerca de la semilla que cayó en tierra buena, produciendo frutos, ya sea cien, sesenta y treinta.

Al aceptar la Palabra de Dios en nuestras vidas, estamos esperando que de fruto. Significa que nunca es algo privado. No debemos mantenerlo en nuestros espacios privados, sino permitir que brille sobre los demás a medida que los ponemos en acción, guiando-orientando a los demás.  Permitir que la Palabra de Dios dé fruto en nuestras vidas a veces es doloroso.  Muchas veces, la exigencia que nos hace la Palabra de Dios implica sufrimiento de nuestra parte.  Es como la semilla que se rompe para el desarrollo y florecimiento de una planta.

Pero recuerde lo que dice San Pablo mientras sufrimos a causa de la Palabra de Dios, nuestros sufrimientos nunca pueden ser en vano, ya que no se pueden comparar con la gloria que se nos revelará.  La palabra de Dios es Dios mismo como nos dice Juan.  ¡Solo en Él podemos tener paz tanto ahora como en el futuro!