11 Agosto 2019 – Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario

En la Segunda Lectura del libro de Hebreos de hoy, se nos recuerda el verdadero significado de la fe:  “la realización de lo que se espera y la evidencia de cosas que no se ven”.  De esta descripción, decimos que la fe es sinónimo de confianza y seguridad.  De hecho, confianza (hipóstasis) es otra palabra griega para fe.  La fe no es estar seguro de hacia dónde vamos, sino seguir yendo porque confiamos en que Dios nos guía, él, que no puede engañar ni ser engañado.

Como un regalo, la fe nos llama a confiar en la bondad del futuro ya que Dios tiene el control de su creación.  Actualmente, nuestra fe en la belleza de la creación de Dios está siendo probada. Por ejemplo Los disparos consecutivos alimentados por el odio y la desconfianza en la bondad humana que sucedió la semana pasada y tantos otros males que nos aquejan hoy están desafiando nuestra fe tanto en nosotros mismos como en Dios.  Solo pienso en este momento en el bebé de 2 meses que quedó huérfano por las balas del tirador en El Paso TX que mató a sus padres mientras intentaban protegerla.

Es en medio de todo esto que la fe de Abraham nos llama hoy a saber que Dios sigue vivo y en control.  El mundo todavía le pertenece a pesar de todo el mal que se encuentra en él.  La fe nos llama a cada uno de nosotros a hacer todo lo posible para hacer del mundo un lugar mejor.  Abraham permitió que Dios diseñara su futuro cuando obedeció y se movió cuando se le dijo que lo hiciera.

Por lo tanto, la fe significa la aceptación de que el plan de Dios se desarrollará en nuestras vidas sin importar lo difícil que parezca.  Como alguien dijo con razón, “la fe es hacer un viaje sin un mapa”.  Recuerdo estar en un país sin mapas de calles ni GPS.  Cada vez que hacía un viaje, dependía totalmente de la orientación de las personas.  Así es la fe.  Aunque a veces las personas pueden engañarnos, Dios no nos engaña y nunca puede engañarnos.  Su promesa es siempre una buena noticia.

Por lo tanto, hermanos y hermanas, la fe es un llamado para que dejemos de controlar nuestras vidas.  ¿Podemos permitir que Dios tome el control?  Eso es lo que significa estar listos como los sirvientes que esperan el regreso de su amo.  Recuerde como Jesús nos dice en el evangelio, no tengan miedo.  Al igual que los israelitas en la primera lectura, esperemos nuestra salvación que ya está cerca.

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